

martes, 30 de octubre de 2007
La parodia del casualismo
En muchas ocasiones, el escuchar al personal opinando sobre casualismo es poco menos que asistir a un circo: cada uno da una opinión más enrevesada, en un intento de un “más difícil todavía”. Para ser sincero no entiendo porque ese afán de enredar todo y de no ser claros y concisos con una cultura urbana que ronda las tres décadas de existencia.Ser un casual: como pasar desapercibido.Una de las cuestiones sobre las que más se debate en torno al casualismo es la concepción del casualismo como “pasar desapercibido”. Y todo lo que no sea pasar desapercibido, no tiene lugar dentro del casualismo.Así algunos se aventuran a decir que ser “casual” es seguir la corriente estética más de moda en según que ciudad, para pasar desapercibido entre la masa. Otros entienden que si hay que pasar desapercibido, entonces lo que hay que hacer es tirar de ropa de mercadillo, “del carrefour” y dejarse de otro tipo de marcas.Es curioso que los que debaten, más opinan, más “ideas aportan” a esta pretendida concepción del casualismo, son aquellos que no se sienten partícipes de él. O más aún: aborrecen públicamente de esta concepción estética.Es preciso dejar por sentado, por si ya no lo han hecho suficientes voces, con bastante más autoridad y conocimiento del tema que servidor, que el casualismo NO ES PASAR DESAPERCIBIDO. El casualismo es una corriente estética que arranca desde finales de los 70 y que, a parte de una tendencia estética, mantiene una estrecha relación con el mundo de las gradas y que tiene ciertas tendencias musicales asimiladas como “pertenecientes al casualismo”.No es por tanto el sentido del casualismo el pasar desapercibido ante la policía ni ante las “firms rivales”. Quizás en España pueda observarse como un absurdo el definirse como un “casual”, debido a la falta de tradición, al desconocimiento generalizado de esta cultura urbana y al cúmulo de tópicos y clichés erróneos que se tienen sobre el casualismo. Pero no lo es así en Inglaterra, donde es una “cultura urbana” perfectamente definida y reconocible (con los inconvenientes que ello conlleva a la hora de acceder a determinadas zonas de ocio).Ser un casual: como uniformarse correctamente.Otra de las parodias en las que está cayendo el casualismo, y que en España puede convertirse en una parodia elevada al cuadrado dada la capacidad que tenemos en nuestro país para adoptar y deformar las cosas a nuestro antojo, es la “uniformidad estética”.Si precisamente una de las cuestiones que más ha posibilitado el desarrollo del casualismo y su evolución y supervivencia a lo largo del tiempo es el afán de personalidad y gusto por una estética individualizada de sus primeros miembros, de, tirando de terminología inglesa, los “old faces”.Evidentemente han existido artículos, marcas y hasta corrientes estéticas dentro del casualismo que se han seguido “en masa”. Pero actualmente no es que exista devoción por un modelo de zapatillas, por una parka o un jersey. No. Lo que se pretende es crear una uniformidad sin personalidad alguna, cayendo en el mismo error que ya cometió la cultura skin en su momento.Los motivos de esto pueden encontrarse en varias cuestiones, pero principalmente pueden hallarse en la estandarización de la estética a través de los medios de comunicación ingleses, con su fijación monotemática en marcas como Stone Island, Burberry y Aquascutum. La aparición de películas como “Hooligan” han hecho un flaco favor al movimiento (en el aspecto estético y en muchos otros) y así no es extraño ver en Inglaterra a grupos de chavalillos menores de 20 años uniformados con gorrita Aquascutum, parka Stone Island y jersey Burberry. Todo lo que esté fuera de estos cánones estéticos es desechado como “no perteneciente al casualismo”.No deja de ser sintomático el desprecio generalizado expresado por veteranos dentro de las gradas británicas por las nuevas tendencias y por marcas como Stone Island. Desprecio que viene motivado por la estandarización y homogeneidad de la estética casual.Hay que tener en cuenta que cuando una estética se estandariza, cuando se recurre a la uniformidad en una cultura urbana que precisamente prima la elegancia, la diversidad estética y la personalidad, su final está muy cerca. O al menos el hecho de que se convierta en una parodia de lo que realmente tiene que ser.Ser un casual: como hacer el garrulo.Otro de los absurdos que rodea la escena casual en España es el de la gente que, con una estética llamémosle pseudo-skinhead-futbolera, dicen ser “casuals”.Es la gente que se coloca tras una pancarta con un claro y llamativo “Casuals” y se visten con pantalones militares, sudaderas lonsdale, gorritas adidas o umbro y, claro está, futboleras adidas.O los que van más allá, “profundizan más en la estética” y cambian la gorra adidas por burberry de imitación, los mimetas por rangers negros y la sudadera lonsdale por umbro, en un alarde de más personalidad.Incluso tenemos los que “rizan el rizo” y no dudan en comprarse parches con el logo “casuals” para adornar sus bombers.Por no olvidarnos del chándal nike, sudadera "El niño" o "No Fear", cordones de oro y zapatillas de muelles (eso sí, la gorrita no puede faltar tampoco). Y es que “de todo hay en la viña del señor”.Esto tenía su lógica en los 90, cuando la peña se dejaba crecer el pelo, se compraba unas futboleras y arrinconaba las Doc Martens. Renovar el armario era bastante costoso y difícil, así que seguía uno tirando de Lonsdale, Ben Sherman y demás complementos de la “skinhead clothing”. Y a la hora definirse (o definirle) se consideraba uno “casual”. Y no se le caía la cara de vergüenza.Pero a día de hoy, las garruladas y catetadas de este calibre, deberían estar fuera de lugar.Así que si queremos tener un escena mínimamente decente y centrada en los orígenes y la razón de ser del casualismo, lo primero que deberíamos hacer es corregir lo anteriormente mencionado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario